(ò_óˇ) La Educación en los tiempos del COVID-19 (ò_óˇ)
La educación mediada
por herramientas digitales requiere de un trasfondo y un diseño metodológico
profundo más que simplemente dar continuidad al calendario educativo mediante
el uso de cualquier herramienta digital por la coyuntura sanitaria actual. De
donde se infiere que, en primera línea, la función del docente virtual sería reconocer
que al enseñar en línea mediante las diferentes herramientas de apoyo en
educación su rol cambia de ser “profesor” a ser “tutor”. Lo que incluye
como lo expresa Duart, Roig, Mengual y Maseda (2017) crear
entonos de aprendizaje cada vez más atractivos para responder a las necesidades
educativas actuales de los estudiantes.
En este
sentido, para Harasim (2000) el tutor virtual adquiere un papel, más cercano,
de ayudante poniendo el énfasis en el proceso intelectual del alumno y en el
aprendizaje apoyado por otros. No obstante, muchos docentes no estaban preparados para dejar ese papel
mecanizado y pasar a ser un facilitador de conocimientos mediante el uso de
lenguajes digitales.
Lo que significa en palabras de Cortés (2020) que "el tutor virtual es alguien que transforma de manera humana las tecnologías en educación para el beneficio y bienestar del estudiante en el sentido que aprehenda conocimientos de cohorte tradicional mediante el uso de los lenguajes digitales y así tenga una mejor gestión del conocimiento" (p.2).
En este sentido, la otra cara de
la moneda presenta que para que haya una verdadera sincronización entre el rol
del docente con el del estudiante ambos deben estar familiarizado con la
herramienta mediante una capacitación previa. Dado que como lo señala Bertea
(2009) existe una “correlación positiva entre las habilidades técnicas y el uso
de la tecnología, ya que a medida que el [docente] y estudiante se familiaricen con ellas el
estrés disminuye y la motivación aumenta” (p. 417 - 424).
Asimismo, Alves, Miranda, Morais y Melaré (2018)
señalan como punto importante la escogencia de la herramienta virtual, dado que
jugará un papel determinante en la enseñanza y el aprendizaje. Además, que permitirá la ampliación de pensamiento del
docente y del estudiante hacia uno en donde la herramienta pasará de su fase
instrumental para convertirse en una tecnología humana que impulsa y los ayuda
“a posicionarse como agentes tecnológicos críticos, activos y responsables a la
hora de hacer uso, implementar o incluso diseñar las nuevas tecnologías”
(Quintanilla, 2005, p. 233).
Sin embargo, estos aspectos han supuesto un reto en la actual situación como lo menciona la UNESCO (2020b) debido a que “impactó de forma totalmente abrupta a las IES, en la mayor parte de los casos sin otro plan de contingencia lo que añade un grado más de complejidad crítica a una educación superior ya se enfrentaba a retos no resueltos” (p. 11). Dado que, si muchas IES no han tenido la infraestructura necesaria y mucho menos la preparación adecuada para su planta docente entonces ¿qué será para la educación básica y media? El COVID -19 no solo ha puesto a la educación básica, media y superior en cuidados intensivos en el período 2020 sino también en el 2021. Y no solo por su impacto en la economía de las instituciones educativas sino también debido al estrés y la ansiedad que el confinamiento y el distanciamiento social en el que estamos todos ha generado ha generado. Lo que en voz del doctor Hans Kluge, director regional de la Organización Mundial de la Salud para Europa, describen como fática pandémica dado que “es fácil y natural sentirse apático y desmotivado, experimentar fatiga” (párr. 1).
Y como si fuera poco, a muchas familias les ha tocado continuar realizando los pagos de la pensión escolar y a muchos estudiantes la de sus créditos universitarios en un mercado laboral deprimido por causa de la crisis social y sanitaria ocasionada por el impacto del Coronavirus (Sanz, Sáinz & Capilla, 2020).
En la búsqueda
de la solución, la pregunta del millón es sí de continuar con la modalidad
virtual de enseñanza y aprendizaje de emergencia ¿los estudiantes estarán logrando
sus objetivos de aprendizaje? ¿Los docentes se sentirán satisfechos con las
nuevas formas de impartir el conocimiento? En consecuencia,
a lo anterior, Yen, Lo, Lee y Enriquez (2018) señalan que debido a la complejidad
del sistema educativo junto a sus múltiples variables inmersas en diferentes
contextos sociales el resultado puede ser el no esperado. Porque la vida no
será la misma después del coronavirus como tampoco lo serán los sistemas
sociales, políticos, financieros, educativos y tecnológicos. En este
sentido cobra relevancia las palabras de Morin (2005) “hace falta reformar
la educación para que la educación transforme mentalidades” (pp.42-46). Debido a que utilizar las
tecnologías en educación no es mezclar las nuevas concepciones que se
desprenden de utilizar las tradicionales de papel, tiza y tablero sino, como
menciona Martínez (2015) “de múltiples factores que deben ser dinamizados y
fomentados sobre todo desde el nivel institucional” (p.64).
En
conformidad con lo anterior, según Marques (2001) el cambio no solamente es
para los estudiantes y cuerpo docente, sino que también tiene connotaciones
para la institución educativa quien tiene el reto de alinearse con la
tecnología.
En
conclusión, “la tecnología digital por sí misma no es capaz de sustituir el
proceso de enseñanza y aprendizaje (…), pero puede permitir la construcción del
conocimiento si es mediado por adecuadas estrategias de aprendizaje” (González &
Villalobos, 2012, p. 8). Para que esta articulación sea sincrónica entre los
componentes del sistema educativo hay que aprender de los errores al escalar la
digitalización sin preparación, la hibridación sin cooperación y apuntar al aprendizaje
ubicuo que permitan generar mecanismos de apoyo al aprendizaje de los
estudiantes en desventaja por esta pandemia global (Unesco, 2020). Dado que, el
uso de herramientas digitales en los procesos de enseñanza y aprendizaje en
esta pandemia no sólo han afectado la estructura del aula, los roles de los estudiantes,
de los docentes sino también, el concepto mismo de enseñanza y aprendizaje.
Desde esta perspectiva se hace necesario
evaluar la inclusión de las
plataformas virtuales en el currículo educativo en base a la percepción que
tienen estudiantes y docentes (Urueña, 2016).
Debido a que esta mediación entre la tecnología y la educación según menciona Molina y
Castillo (1999) citado por Acebal (2014) significa un “juego de cercanía sin
invadir, y un juego de distancia sin abandonar […] capaz de promover y
acompañar el aprendizaje […]. Tarea que culmina cuando el otro ha desarrollado
las competencias necesarias para seguir por sí mismo” (p. 63).
Pregunta....¿Cuál será el papel que tendrá la educación en el futuro planteado por las tecnologías digitales?
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Muy apropiado tu artículo, fue un reto muy grande llegar a la virtualidad por emergencia y sin prestar el escenario tanto pedagógico como tecnológico. Aquí, además se desvelaron las muchas inequidades del sistema educativo en torno a su acceso, igualdad y equidad, no obstante se hicieron grandes esfuerzos.
ResponderEliminarPara mi la virtualidad DEBE continuar siendo usada en algunos escenarios.
Que opinas de la vida antes del COVID, cuando un estudiante por incapacidad médica, sicológica, por discapacidades físicas no podía asistir al colegio y perdía el año por inasistencia?
Ximena Tovar